Comparto con ustedes la listita realizada por el Book Review del New York Times. Hay de todo como en botica, pero al menos incluyen unos cuantos libros de poesía, que dudo mucho por estos lares encontrar algo semejante, en algún suplemento literario.
Pasando a los objetos reales y a su lugares de exposición y venta, en muchas librerías de la ciudad ya es casi imposible encontrar unos estantes dedicados a la poesía, y que estén acomodados, a mano y a la vista.
Una de las últimas veces que pregunté en la librería local Homo Sapiens dónde estaban los libros de poemas me dijeron: allá, y señalaron una mesa en la parte trasera del salón. Les dije: "che, por qué no los ponen en la terraza!!!, ya que están".
Me acerqué de mala gana hasta la mesa y bueh, pa qué les cuento: de poesía muy poco, y los poco todo muy mezclado.
Poetastros rosarinos (Diz moi, vouz escrivez de la poesie??), con hacedores famosos de aforrismos como el legendario Joseph Naborosky. De golpe te encontrabas con un Bukowski que quería escapar, una Bellessi que pedía, a gritos, salir de allí. Hasta Góngora lloraba por la espantosa compañía y el desorden de esa mesa, allá en el fondo, olvidada.
Una pena, realmente. Una pena para aquellas/0s que aún solemos buscar poesía, que solemos comprar libros de poemas.
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